20 turistadas que son lo más

La Alhambra, Granada

La Alhambra (Granada)

Es el monumento más visitado de España, con más de tres millones de turistas al año entre todo el complejo. La entrada para ver todo el conjunto vale 15,40 euros. Y merece muchísimo la pena. Vamos de menos a más. El Palacio de Carlos V es magnífico, mucha gente se hace una foto en el centro de su patio circular. En la Alcazaba no hay que perderse la Torre de la Vela, que ofrece unas vistas inigualables de toda la ciudad (aunque sin la vida del mirador de San Nicolás). En primavera, los jardines del Generalife son espectaculares. Allí lloró Boabdil al perder la ciudad. El centro de la visita son los palacios nazaríes. Lo más habitual es no poder cerrar la boca hasta un buen rato después de salir de ellos. Una sucesión de patios de luz mágica y salas a cual más hermosa, la cumbre arquitectónica de su estilo. Cada azulejo, cada puerta, cada bóveda puede dejar al viajero absorto. Las estrellas: el Patio de los Leones (cuya restauración finalizó en 2012) y la Sala de los Abencerrajes.

 

Taj Majal, India

Taj Mahal (India)

El exterior es asombroso, y probablemente lo conozcas por fotos o por haber completado su puzle en tres dimensiones. Ese edificio tan blanco forma parte de un complejo de estructuras levantadas entre 1631 y 1654 junto a Agra (a unas tres horas de la actual Nueva Delhi) por orden del emperador mogol Shah Jahan, que decidió erigir el principal ejemplo arquitectónico de su cultura como mausoleo de su amada Mumtaz Mahal, que murió al dar a luz a su decimocuarto hijo. Una demostración de amor insuperable, como sin duda debieron pensar, para su desgracia, sus otras tres esposas. Toda la fachada es de mármol blanco, incluida su exquisita cúpula acebollada con flores de loto en relieve y versos del Corán. Para que no creyeran que escatimaba, Jahan ordenó rematar la fachada con incrustaciones de piedras semipreciosas. El interior no se queda corto, con una sala principal en cuyo centro están las tumbas de los dos enamorados. La entrada al complejo cuesta unos 10 euros.

Pirámides de Guiza (Egipto)

Siguen estando ahí, a pesar de la época turbulenta que vive el país. La Gran Pirámide es la única de las Siete Maravillas del Mundo originales que aún existe. Datan del siglo XXV antes de Cristo, época en la que tres faraones, Keops, Kefrén y Micerino (en realidad Jufu, Jafra y Menkaura según su nombre egipcio, aunque nosotros los aprendimos en griego) decidieron que a su muerte debían habitar un espacio digno de una divinidad. La Gran Pirámide de Keops mide 146 metros de altura y ocupa 5,3 hectáreas. Es una obra de ingeniería que aún se considera complicada en la actualidad. Se utilizaron 2.300.000 bloques de piedra y, según cálculos modernos, pudieron estar trabajando en su construcción hasta 40.000 obreros en los momentos de mayor trasiego. Junto a las pirámides está la Gran Esfinge, de unos 20 metros de altura por 57 de largo, y que en teoría representa a Kefrén. Un tour por todos los lugares visitables de la Necrópolis de Guiza cuesta unos 18 euros.

Machu Picchu (Perú)

Son las ruinas de un poblado inca construido poco antes de que Colón pisase América a 2.500 metros sobre el nivel del mar. Se halla entre dos picos de la cordillera Central de Perú. Tras tres horas de tren desde Cuzco llegamos a Aguas Calientes, un pueblo diminuto en mitad de la montaña. Desde allí se puede subir en autobús o caminando (hora y media) por un paraje natural de belleza incontestable. En Machu Picchu podremos constatar las habilidades de los ingenieros incas, que desarrollaron un sistema de agricultura con terrazas. En la zona urbana podremos apreciar el Templo del Sol y la estructura piramidal de la colina Intihuatana, que demuestran la obsesión con la astronomía de la civilización inca. La entrada más cara, que incluye también la visita a Huayna Picchu (la otra montaña que se alza junto a la ciudad, y que también alberga construcciones admirables como el Templo de la Luna), cuesta unos 42 euros.

La Torre Eiffel (París)

Puede que tengas vértigo, pero intenta subir. No tienes que llegar arriba del todo, te puedes quedar a medio camino si empiezas a pasarlo mal. Puedes subir por escaleras, pero es bastante probable que llegues a la cima con la lengua fuera y eso te impida disfrutar, así que se recomienda el ascensor. La sensación y las vistas a 324 metros de altitud son únicas. El primer piso, a 57 metros, ha sido recientemente reformado e incluye, entre otros atractivos, suelos de vidrio para sentirte al borde del abismo. La torre cuenta con restaurantes en las dos primeras alturas y un bar de champán en lo más alto. Si estás en París porque es la ciudad del amor, el Jules Verne, en el segundo piso, es una gran opción para encandilar a tu pareja y disfrutar de la cocina moderna francesa. Cuando bajes, vuelve a mirar hacia arriba, para que seas consciente de dónde has estado. El precio para un adulto dispuesto a subir al último piso es de 17 euros.

Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano, Roma)

Arte por todas partes. Lo que ordenó hacer el papa Sixto IV (mediados del siglo XV) estaba muy bien: Botticelli, Pinturicchio y Ghirlandaio, entre otros, pintaron los frescos de los laterales. Pero gracias a Julio II (comienzos del XVI) podemos disfrutar de dos de las obras maestras de Miguel Ángel en la misma estancia: la bóveda y el Juicio Final, frescos sin precedentes y máximos exponentes de la pintura renacentista. La bóveda, que narra el Génesis, tiene imágenes que perviven hasta nuestros días en la cultura occidental: la creación del mundo, la de Eva y, cómo no, la de Adán. El dedo de Dios y el del Hombre a punto de tocarse. En el ábside de la Capilla vemos El Juicio Final, decenas de historias, algunas intencionadamente veladas, en una sola pieza que separa el cielo del infierno. Y en el centro de todo, sobre un aura de divinidad, Cristo. Se necesita al menos un día para ver la estancia junto con el resto del Vaticano. La entrada normal cuesta 16 euros; la visita guiada, 32.

Minas de sal de Wieliczka (Cracovia, Polonia)

A quince minutos de la ciudad polaca de Cracovia se pueden admirar estas grutas que comenzaron a explotarse en el siglo XIII y que hoy siguen activas. Se trata de galerías majestuosas, más de 300 kilómetros de longitud, con lagos subterráneos de agua salada y salas decoradas con esculturas de roca de sal por los propios mineros. De hecho, casi todo está hecho de roca de sal. En las propias minas se habilitaron estancias a modo de capillas, preciosos habitáculos con lámparas de araña colgando de sus altos techos. Las minas alcanzan una profundidad superior a los 300 metros bajo el suelo. La visita al complejo permite ver 3,5 kilómetros y 22 salas incluyendo la sorprendente capilla de St. Kinga. El precio normal de la entrada es de 18,5 euros al cambio actual. Un tour guiado cuesta 33 euros.

Stonehenge

Stonehenge (Inglaterra)

Es la turistada más antigua, ya que se calcula que empezó a construirse en el 3.000 antes de Cristo. Está a unas dos horas al oeste de Londres. Es fascinante pensar que en el neolítico se pudo concebir este monumento formado por circunferencias concéntricas de rocas dispuestas sobre un montículo, en el que se horadó una profunda zanja también perfectamente circular y concéntrica. ¿Y cómo es posible que parte de esas rocas sean originarias de Gales? Rocas de cuatro toneladas transportadas a lo largo de casi 400 kilómetros. Las mejores épocas para viajar a este monumento ritual son los solsticios de verano e invierno. En el de invierno el sol se pone atravesando justo el eje de Stonehenge, donde sus creadores colocaron la llamada piedra del sacrificio. En el de verano ocurre lo mismo cuando el sol sale. Los recientes hallazgos arqueológicos apuntan a un complejo megalítico aún mayor, con piedras que aún están por desenterrarse. Visitar Stonehenge cuesta unos 20 euros.

Santa Sofía Estambul

Santa Sofía (Estambul)

Lo más sorprendente de esta antigua catedral ortodoxa, posteriormente transformada en mezquita (y que hoy es un museo con más de 3,5 millones de visitas) es que fue construida entre los años 532 y 537, hace casi 1.500 años. Santa Sofía es la obra más importante de la arquitectura bizantina, una edificación genial. Su visión es impactante en sí misma: se sitúa junto a la Mezquita Azul, dominando la ciudad en su mitad europea y a las puertas del Bósforo. El exterior se modificó en la época otomana, con la construcción de minaretes circundantes que le dan todavía más presencia. La cúpula central es su elemento más atractivo, sostenida por dos semicúpulas a sus lados. Santa Sofía, la Iglesia de la Santa Sabiduría de Dios, contiene decenas de reliquias e iconos islámicos y cristianos. Fue secularizada en 1931 como parte del empeño laicista de Ataturk. En la actualidad crecen las peticiones para que vuelva a ser usada como mezquita. La entrada no llega a los 10 euros.

Empire State Nueva York

Empire State (Nueva York)

Nueva York tiene muchos símbolos: la Estatua de la Libertad, Central Park, el MOMA, el Madison Square Garden, el puente de Brooklyn, el World Trade Center (el actual y el anterior al 11-S) y, por supuesto, el Empire State Building. Es su rascacielos emblemático. Es junto con su hermano pequeño, el edificio Chrysler, el principal modelo del ‘art decó’ norteamericano en Nueva York. Sus 103 plantas y 381 metros de altura (443 si sumamos el pináculo que culmina el edificio) le otorgaron los honores de ser el edificio más alto del mundo hasta la finalización de las Torres Gemelas (1970) y el primero en superar los 100 pisos. Recurriendo a Ted Mosby, el arquitecto protagonista de la serie ‘Cómo conocí a vuestra madre’ (que en una visita al rascacielos exaspera a sus amigos con su incontenible caudal de datos), cabe destacar dos hechos curiosos: construir el Empire State costó siete millones de horas de trabajo y tiene 1861 escalones. A King Kong, como a Ted, también le encantaba el edificio. Subir hasta el piso 102 cuesta unos 47 euros. Desde allí, el resto de la ciudad parece hecho en piezas de Lego.

Gran Muralla China

Gran Muralla (China)

Un muro imponente de 6.200 kilómetros de longitud, más que de Madrid a Washington DC. Y eso es lo que queda, ya que se calcula que entre todas las ramas que ha tenido sumaría 21.000 kilómetros. Fue construida a lo largo de casi 2.000 años para proteger al imperio chino de las invasiones extranjeras. Básicamente es un conjunto de puertas, torres de vigilancia y cuarteles unidos por un muro de diferentes tipos de piedra. En algunas zonas la estampa resultante es la de una serpiente gigante que se pierde por las verdes laderas. Y no, no es reconocible desde el espacio (Neil Armstrong ‘dixit’). Su grosor es similar al de las autovías, que tampoco se ven desde tan lejos. Entrar a un tramo de la muralla no cuesta más de 10 euros, pero hay que tener en cuenta el viaje, otros tramos, o la posibilidad de utilizar un teleférico para subir o bajar a ciertas partes, lo que encarece la entrada.

Plaza Roja Moscú

Plaza Roja (Moscú)

En el entorno de esta extensa e histórica plaza se sitúan los lugares emblemáticos de la capital rusa. El Kremlin, la sede del Gobierno, que alberga además cuatro catedrales centenarias. La Catedral de San Basilio, que no es una de esas cuatro sino que está fuera del recinto del Kremlin, con sus cúpulas encebolladas de colorines y su ladrillo rojo, única en su especie. El mausoleo de Lenin, el líder de la Revolución de Octubre, donde se expone su cuerpo embalsamado y retocado cada cierto tiempo. El Museo Estatal de Historia, que se une a la Puerta y Capilla Ibérica que da acceso a la plaza, una joya del romanticismo arquitectónico. Y frente al Kremlin, GUM, unas galerías comerciales enormes y lujosísimas, concebidas como un palacio, que nos recuerdan que estamos junto al barrio comercial moscovita. Por último, a pocos metros de la Plaza Roja está el Bolshoi, templo del ballet ruso y una de las casas de grandes compositores como Chaikovski, Rimski-Korsakov o Shostakovich.

Petra, Jordania

Petra (Jordania)

Una ciudad entera directamente esculpida, excavada en la tierra. Petra se mantuvo viva desde el siglo VIII antes de Cristo hasta el VI después de Cristo, cuando fue abandonada a causa de los terremotos y la inactividad de las rutas comerciales que la habían hecho prosperar. El Deir es uno de los edificios más característicos de Petra, como si a alguien se le hubiera ocurrido reinterpretar la arquitectura clásica cincelando una montaña de arenisca con forma de entrada a un templo de la acrópolis. Lo mismo sucede con el Khazné o Tesoro, mejor conservado y que se contempla de sopetón, en el centro de una enorme roca, tras caminar por un sendero angosto entre dos peñas. Las fachadas de los edificios de Petra llegan a medir más de 40 metros de alto. Lo que más abunda en las construcciones que conocemos son las tumbas, pero también nos damos de bruces en pleno recorrido con un teatro romano, consecuencia de la conquista de Petra hacia el siglo I antes de Cristo. La entrada depende de si pernoctas en Jordania o entras y sales de sus fronteras en el día solo para ver el complejo monumental: 65 euros si pasas la noche en Jordania, 115 si no.

Teotihuacán, México

Teotihuacán (México)

El viaje desde el DF dura más o menos hora y media y se puede ir en coche o en autobús. La llamada Ciudad de los Dioses alberga los restos de una de las civilizaciones precolombinas más importantes de América. Aquí hay grandes pirámides a las que, a diferencia de las de Egipto, se puede subir. La Pirámide del Sol, la más alta del complejo, tiene 243 escalones y su cúspide a 63,5 metros está en sincronía con el eje por donde el sol se esconde al anochecer. Los edificios que componen la ciudad de Teotihuacán están conectados por la Calzada de los Muertos, que une la Pirámide de Sol con la de la Luna. La Pirámide de la Luna se alza a 42 metros del suelo. Destacan los restos humanos y las ofrendas de joyas, jade y obsidiana. La entrada al complejo arqueológico cuesta 64 pesos, unos 3,5 euros. Si se va en coche, hay que pagar también el estacionamiento, unos 2,5 euros.

Angkor Wat, Camboya

Angkor Wat (Camboya)

Está considerado el mayor edificio religioso del mundo. Angkor Wat forma parte de un complejo de templos que incluso tiene aeropuerto (internacional) propio y que se extiende sobre un terreno de unos 400 kilómetros cuadrados. Contiene los restos de lo que fueron las diferentes capitales del Imperio Jemer. El templo de Angkor Wat fue erigido en el siglo XII, concebido para el culto hinduista aunque no tardó en pasarse al budismo. Según la leyenda de este símbolo nacional, que incluso figura en la bandera de Camboya, el rey Suryavarmán II mandó construir su templo capital y futuro mausoleo en el lugar de la llanura donde se tumbase un buey, animal sagrado en el hinduismo. Angkor Wat era una morada para los dioses, no estaba concebido para recibir gran número de visitas sino para ser admirado desde el exterior, de ahí su aspecto imponente, rodeado de un lago cuadrado, con cinco torres con forma de flor de loto que alcanzan los 42 metros de alto. Las paredes están repletas de enormes frisos y relieves mitológicos, testimonio de la cultura jemer. La entrada de un día cuesta 18 euros.

Borobudur, Indonesia

Borobudur (Java, Indonesia)

Otra muestra de la predilección que tuvieron multitud de civilizaciones antiguas en diversos puntos del globo por la estructura piramidal. Borobudur es una estupa budista construida entre los siglos VIII y IX en la isla de Java. Es el mayor templo budista del mundo, si asumimos que Angkor Wat fue concebido para el hinduismo. Se ubica en un montículo en medio de un espectacular valle rodeado de montañas. Su diseño arquitectónico es asombroso, dotado de un simbolismo innegable. Visto desde arriba tiene forma de mandala, una representación del macrocosmos y el microcosmos con paralelismos con concepciones católicas como las mandorlas o los rosetones góticos. La proporción 4:6:9 está presente en todo Borobudur, como por ejemplo en la división fundamental entre la base, el centro y la cúspide de la estructura. En la cima, compuesta por plataformas circulares, se sitúan 72 estupas perforadas con estatuas de Buda en su interior, rodeando a la estupa principal que corona el monumento. Como en Angkor, el acceso son 18 euros.

Partenón, Atenas

Partenón (Atenas)

El Partenón es un ejemplo excepcional de templo dórico edificado en el siglo V antes de Cristo. Con casi 70 metros de largo y 31 de ancho y unas columnas de 10 metros de altura, estaba consagrado a la diosa Atenea, protectora de la polis helena. La Acrópolis, consagrada a la misma diosa, incluye además las Cariátides del Erecteión y el templo de Atenea Niké. Se alza rodeada de árboles y casas sobre un monte rocoso que domina Atenas. A principios del siglo XIX el embajador británico Thomas Bruce, conde de Elgin, tuvo la lucrativa idea de arrancar los frisos de su sitio (los mármoles de Elgin) y llevárselos al Museo Británico de Londres, donde se exhiben a día de hoy. Alegó que pretendía protegerlos de una polución que los deterioraba. El Museo de la Acrópolis, sin embargo, conserva una parte importante del friso principal. La entrada a la Acrópolis cuesta 12 euros. Y a su museo, 5.

Puente Carlos, Praga

Puente de Carlos (Praga)

Un puente que ha resistido 600 años en Europa Central ya tiene mérito. Pero el Puente de Carlos (por el rey Carlos IV) es más que eso. Sus 30 estatuas (réplicas de las originales, que se encuentran en el Museo Nacional) y su torre de vigilancia, una maravilla del arte gótico, le dan un valor estético único. Allí está la imagen de San Juan Nepomuceno, patrón de la infantería de Marina española, que fue arrojado precisamente desde ese puente al río Moldava, hecho que también se conmemora con una placa con el símbolo del santo. En un pedestal, en mitad del río, una estatua parece haberse escapado de la hilera de esculturas del puente. Es Bruncvik, un caballero con una espada dorada, un enorme escudo de armas y con un león a sus pies. Bruncvik simboliza la autoridad municipal de Praga. La leyenda dice que en sus viajes salvó a un león de un dragón de nueve cabezas, y desde entonces el león le acompañó. También es una réplica, pero eso no arruina un mito.

Sagrada Familia, Barcelona

Sagrada Familia (Barcelona)

El único monumento de esta lista que, de hecho, no está acabado. Se supone que lo estará en 2026, cuando se cumplirán 144 años desde la primera piedra, pero si vas antes no te decepcionará. La basílica es la obra de la vida de Antonio Gaudí, una maravilla del modernismo catalán que hoy completan otros con el proyecto faraónico de Gaudí como referencia. Sus torres son su mayor reclamo, visibles desde muchos puntos de Barcelona. Actualmente hay 10 construidas de las 18 proyectadas por Gaudí. La torre central medirá 172 metros y convertirá al edificio (si no se construye otro en la próxima década) en el más alto de la ciudad. Cada centímetro, dentro y fuera, tiene detalles en los que perderse. Los portales narran el Nacimiento, la Pasión y la Gloria de Jesús, siendo el de la Gloria el más monumental, con los enormes arcos parabólicos que dan la bienvenida al visitante. El interior se inspira en la naturaleza, rasgo característico del modernismo, utilizando las columnas con forma de tronco de árbol, con lo que se logra una conseguida sensación de estar en un bosque. La entrada con guía, altamente recomendable, cuesta 19,50 euros.

Ópera de Sídney

Ópera de Sídney (Australia)

Un proyecto genial casi futurista, que comenzó a construirse en 1959. Se compone de una serie de “conchas” de hormigón, cubiertas con más de un millón de azulejos, que miran a la bahía de Sídney. El danés Jorn Utzon es el arquitecto responsable de esta joya, autor de un proyecto por el que luchó y del que llegó a dimitir por diferencias con la parte contratante. Su exterior ha sido un referente para numerosos proyectos posteriores, como el Auditorio de Tenerife en España, de Santiago Calatrava. Su interior confirma que no es solo una ópera. Consta de sala de conciertos, ópera y teatro. La sala de conciertos, con un interior rojizo realmente singular, es un prodigio arquitectónico y acústico, y alberga el mayor órgano mecánico del mundo. Una visita guiada cuesta 24 euros. Pero merece la pena ver un espectáculo en su interior: Diana Krall en enero, 60 euros. El ‘Barbero de Sevilla’ hasta marzo, unos 32 euros. Sale a cuenta.

 

 

 

 

 

Fuente: www.elpais.com

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