Un mundo de aventuras (bajo techo)

Ingravidez en un vuelo de Zero Gravity, en Cabo Cañaveral, Estados Unidos

Desde flotar ingrávidos a bordo de un avión hasta surfear en la campiña inglesa, diez propuestas de interior para derrochar adrenalina

¿Ha llegado el invierno y no puedes practicar tu deporte preferido? ¿No puedes viajar a ese rincón del mundo para escala una gran cima o vivir una gran aventura? ¿Te apetece descargar adrenalina pero con un riesgo controlado? ¡No hay problema! El planeta está repleto de instalaciones y recintos para satisfacer hasta los deseos viajeros más intrépidos: desde esquiar o hacer snowboard en el desierto, hasta escalar una cumbre en medio de una ciudad, domar un toro bravo o incluso sentir la sensación de viajar por el espacio sin alejarse demasiado de la Tierra. Un recorrido por las mejores y más originales aventuras que se pueden vivir en pista cubierta.

 

01 Multiaventura en el desierto
Todos los veranos, el viento cargado de tormentas de polvo procedente de Irak y Arabia Saudí cubre Bahréin de arena. Si a eso se añaden temperaturas de 50 grados, llegaremos casi sin respiración hasta el parque temático cubierto de Chakazoolu, en el reino de la península arábiga . Dentro aguardan aire fresco y atractivas aventuras, como ascender hasta lo alto de la montaña para después bajar en picado hasta un túnel de temática africana. Pero hay mucho más: desde un tren fantasma hasta un sorprendente paseo en globo, bajo techo.

02 Esquiar a 40 grados
Solo esta abrasadora ciudad de Oriente Próximo, inundada de riqueza petrolera, podía convertir una sofocadora jornada en un paraíso de esquí con temperaturas bajo cero. Basta con entrar en Ski Dubai, ubicado en el Mall of the Emirates, un complejo comercial en el que caben cinco pistas de snowboard al que conviene ir abrigado porque hace fresco. El esquiador podrá ver el vaho de su respiración y, si se cae, lo hará sobre un auténtico colchón de nieve. El telesilla nos permitirá subir una y otra vez para tirarnos de nuevo desde la cima de esta peculiar estación, a 85 metros de altura. Las sensaciones son reales y el cansancio de las piernas también. La única diferencia con una pista real de esquí es que hay que tener cuidado con el golpe de calor al salir. Además, no es necesario cargar con nuestro pesado equipo hasta el desierto: el precio de la entrada incluye el alquiler del ropa y material necesarios.

Aunque este es el complejo de nieve más grande del planeta, hay alternativas repartidas por todo el mundo, como el Torby Sport Centre, al norte de Torsby, en Suecia, que cuenta con el túnel de Cross Country más largo del mundo: casi kilómetro y medio, con 25 metros de desnivel a una temperatura media de tres grados. Además, el complejo incluye el mayor circuito de Biatlón indoor del planeta. Otro complejo interesante lo tenemos cerca de casa: el SnowZone de Arroyomolinos, en Madrid (el antiguo Xanadú). 18.000 metros cuadrados de nieve, una pista para expertos de 250 metros y otra para iniciados de 100, con telesquí y cinta transportadora. Su éxito ha inspirado megaproyecto Ski-Trac, en Kuwait: una cúpula semicerrada que albergaría un disco metálico de 240 metros de diámetro, cubierto con dos metros de nieve que girará gracias a las fuerzas geotérmicas.

03 Escalada ‘afterwork’
La capital japonesa es una de las ciudades más estresantes y abarrotadas del mundo, pero aun así hay espacio para escalar. Este deporte se practica hacia arriba y los japoneses son verdaderos maestros en sacar el máximo provecho a la limitación de espacio. Aquí los rocódromos son casi más populares que la escalada al aire libre y están repartidos por toda la ciudad, así que muchos japoneses, al salir del trabajo, se dedican a estirar los dedos para coger después agarres de colores con aspecto de plastilina que sirven para algo más que ejercitar los bíceps: es un modo de conocer a otras personas y de hacer planes para disfrutar al aire libre (atrás queda la soledad del gimnasio). En estos centros con paredes de roca artificial la música suena fuerte para acompañar los movimientos de los escaladores hacia la cima. Un buen lugar donde practicar en J&S Vertical Clim-bing Zone.

04 Skate ‘indoor’ en Christiania
Los daneses son famosos por su creatividad y por el diseño, que también aplican al deporte y al ocio. Prueba de ello es este parque cubierto para monopatines de Copenhague, en el barrio autogobernado de Christiania. El Alis Wonderland Skate Pool luce creatividad en sus paredes cubiertas de grafitis, a juego con la decoración de esta antigua rampa convertida en un bowl a gran escala con la ayuda de sellos musicales de hip-hop. Un punto de encuentro especialmente feliz y relajado en Christiania, zona rebelde donde los puestos callejeros venden piercings y artículos para fumadores. Este gran hoyo de madera está rodeado por bancos para espectadores, así que antes de situarse en el borde y lanzarse rampa abajo, conviene estar seguro de nuestras habilidades.

05 Puenting de interior
Si saltar desde una gran altura atado a un cable elástico no es suficiente aliciente para ponerse a sudar de tensión, esta descarga de adrenalina que propone el Magna Science Adventure Centre, en Rotherham, cuenta con un dramatismo añadido a base de semioscuridad, máquinas de humo y vídeos de saltadores gritando. La estética industrial de esta antigua acería le da un toque más de ambientación al momento de lanzarse al vacío con la cabeza por delante. Después de semejante subidón de adrenalina, lo mejor es relajarse en uno de los parques de la cercana ciudad inglesa de Sheffield, como el Peace Park.

Para llegar al Magna Science Adventure Centre se puede coger la línea 69 de autobús en la estación de Sheffield Interchange.

06 Caída libre hacia arriba
En el paraíso de la simulación, Las Vegas, no podía faltar un espacio para los deportes de aventura, como el paracaidismo: en esta ciudad uno puede volar entre réplicas de la torre Eiffel, las pirámides de Egipto y los canales venecianos. Un túnel de viento vertical y acolchado, cual un castillo inflable, crea esa ilusión de un descenso en paracaídas, sin sufrir de vértigo y con una tranquilizadora red que recibe al saltador. El cuerpo se estremece cuando el ventilador de alta potencia dispara un potente chorro de aire que, desde abajo, eleva en el aire al intrépido saltador. Cuidado: la sensación crea adicción y quienes lo prueban suelen hacer cola una y otra vez para volver a lanzarse contra la corriente del ventilador, como quien salta de un avión.

En el Vegas Indoor Skydiving se ofrece un entrenamiento para saber aterrizar y se facilita traje, casco y guantes a los saltadores.

07 Domando toros en el bar
En Texas, uno de los pasatiempos predilectos es la doma de toros salvajes. Por todo el estado hay multitud de lugares y posibilidades para ver cómo los jinetes tratan de aguantar sobre una rabiosa res al menos ocho segundos, marca mínima exigida. A cada patada y a cada salto el jinete está más cerca de salir despedido por el aire o de caer al suelo o ante los cuernos de tan alocada montura. Algunos, no obstante, lo consiguen, aguantan. Menos letales y menos crueles (con el animal) son los toros mecánicos que hay en algunos bares, en torno a los que los gritos de los clientes dan un punto bestial al momento.

En la ciudad de Austin abundan este tipo de locales (que suelen incluir espectáculos de chicas en la barra y música en directo), vistos en tantas películas americanas, como el Rebels Saloon, donde practicar el deporte tejano por excelencia.

08 ¿Disparar a tus amigos…?
Hay deportes o actividades nuevas que, en realidad, son muy antiguas, como practicar el tiro al blanco. La versión moderna (e incruenta) de esta demostración de puntería es el llamado laser tag indoor. En Australia, y concretamente en Melbourne, tiene mucho tirón y hay salas de este tipo por toda la ciudad. Y por muy amigos que sean los contrincantes, hay que esforzarse: generalmente, el primer participante en caer tiene que invitar a las copas de después. En un laser tag indoor los ojos se mueven rápido y los oídos están alerta en la oscuridad; hay que moverse con sigilo y apuntar al pecho del oponente, cuyo chaleco cambia de color mientras sufre una muerte indolora. Ahora, las bebidas corren por su cuenta.

Para no irse tan lejos, en España se puede disfrutar de esta experiencia en espacios multiaventura como el Multiaventura Park de Las Rozas, en Madrid, el Laser King de Badalona, en Barcelona.

09 Surf en la campiña inglesa
El clima de Yorkshire es impredecible. En esta región inglesa de colinas verdes e imponente cañones costeros (nada fáciles de observar), el viento y la lluvia suele arreciar a menudo, momento de ponerse a cubierto y, por qué no, de subirse a la tabla sobre suaves olas generadas por máquinas para practicar un poco de bodyboard o, en el caso de los más avanzados, ponerse de pie y surfear literalmente cuando el instructor aumenta la potencia del oleaje.

Este surf bajo techo, controlado y seguro, se puede practicar en el FlowHouse de Bedford. La piscina está limitada a grupos de 12 personas y disponen de bañadores secos para no coger frío entre ola y ola.

10 Gravedad cero en Florida
Quien desee experimentar la sensación de flotar en el espacio solo tiene que viajar (bocabajo) por el aire en un vuelo trepidante en Cabo Cañaveral, punto de despegue de las misiones espaciales de la NASA. El avión se levanta hacia el horizonte y en 30 minutos empieza a volar en parábolas (arriba y abajo) para que los pasajeros experimenten el mágico estado de la ingravidez. Llegado el momento, no hay más que desabrocharse el cinturón de seguridad y dejarse llevar a cámara lenta. La sensación es de pesar una sexta parte menos que sobre tierra firme, como si estuviéramos en la Luna.

Zero Gravity Corporation organiza este tipo de vuelos –bodas a bordo incluidas– que la NASA incorpora en su propio entrenamiento.

 

 

 

 

 

 

Fuente:El País

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